miércoles, 22 de enero de 2014

Al César lo que es del César

Augusto Joaquín César Lendoiro dejó ayer su cargo al frente del Deportivo de la Coruña tras 25 años de incansable servicio. Bajo su mandato, el club herculino ha vivido una etapa dorada donde ha podido codearse con los peces gordos de España y de Europa. Deja al equipo en Segunda División, la misma categoría donde estaba cuando cogió las riendas. A sus espaldas, innumerables recuerdos.


El dirigente de Corcubión vivió el pasado domingo su último partido en el palco de Riazor. Estadio mágico que le ha brindado una hilera de satisfacciones durante su cuarto de siglo como presidente del Dépor. También ha habido momentos más amargos, sí, pero gracias a su gestión -retractores y demagogos aparte-, Lendoiro consiguió situar a un equipo al borde del descenso a Segunda B en el mapa europeo.
Como el destino es caprichoso, quiso que en su último día de fútbol estuviese presente uno de los estandartes de su gestión: Juan Carlos Valerón. Ese domingo, el equipo no pudo brindarle una última victoria a su líder que sin duda alguna la merecía. Durante el desarrollo del partido, probablemente a Lendoiro se le agolpasen los recuerdos. Un tempranero gol de su equipo y en la mente aquella permanencia en la temporada 1987/88 conseguida en el último minuto de la última jornada, la Copa del Rey del 95 con aquel gol de Manjarín que abriría el palmarés herculino, el inolvidable "Centenariazo" de 2002, las noches mágicas en Highbury, el Olímpico de Munich, Delle Alpi,...
Volviendo a Riazor y a la U.D. Las Palmas, empataron los canarios desde los once metros. Esos once metros. Sin duda alguna cada vez que el balón se sitúa en el punto de cal es imposible que el aficionado deportivista no recuerde a Miroslav Djukic. Como dijo el propio Lendoiro "El fútbol nos debe una liga". El cosmos no tardaría demasiado en devolverle al Dépor lo que aquella noche perdió. el 19 de mayo del 2000, en Riazor ante el Espanyol, la Liga claudicaba a los pies de los gallegos mediante la cabeza de Donato. El Deportivo hacía historia.
Lendorio vivió el 1-2 de Las Palmas pensando en que los años de  bonanza ahora parecían muy lejanos. El presente es duro, la deuda contraída durante la etapa dorada acucia ahora en La Coruña. Se habla de unos 160 millones de deudas -si no hablamos de los famosos 30 millones sin contabilizar-. El Dépor lucha por ascender de nuevo a Primera y por ser viable, viabilidad de la que nunca ha dudado el ya ex presidente del club.
Ahora Augusto César Lendoiro queda en un segundo plano, dejándole el tempestuoso timón a Tino Fernández, que tendrá que empezar a escribir su historia desde cero, siempre bajo la sombra del best seller en el que el de Corcubión convirtió al Deportivo. En estos 25 años ha habido luces y sombras, en mi opinión mucho más de lo primero, aunque hoy en día sean las sombras las que están en vigor. Sin duda alguna, hay que agradecer a Lendoiro que el Dépor sea lo que es hoy y que esté en los anales de la historia. Al César lo que es del César.
(foto: SomosDépor.com)

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