miércoles, 19 de marzo de 2014

Inteligencia y talento

También estará el Chelsea de José Mourinho en los cuartos de final de la Champions League. Un José Mourinho que se deshizo en halagos a Didier Drogba y Weasley Sneijder en la previa del choque. Nada más lejos de la realidad. El técnico luso les tenía preparada una encrucijada a sus ex pupilos que no se sintieron cómodos en ningún momento sobre el césped del Bridge. Se pudo ver la versión más pragmática del Chelsea. El equipo londinense venía de caer en Villa Park y no quería repetir disgusto ante su afición. Sin jugar un fútbol brillante maniató al conjunto turco que en ningún momento dio sensación de peligro y que, por lo tanto, nunca tuvo opciones de superar la eliminatoria. Que el primera disparo a puerta llegase en el minuto 90 lo dice todo del bagaje ofensivo de los de Mancini. Un cabezazo de Drogba, manso, y un disparo fuera de Felipe Melo fue lo único reseñable del Galatasaray.




Durante la primera parte vimos lo que pretendían los blues de aquella eliminatoria. Un tempranero gol del "anciano" Samuel Eto'o dio la suficiente tranquilidad a los locales como para no verse obligados a llevar el peso del partido. Oscar olvidaba a ratos la mediapunta para asociarse con Frank Lampard en la elaboración del juego. A partir de ahí balones a los flancos, sobre todo al izquierdo, donde estaba Eden Hazard. La joya belga le hizo pasar un infierno a Eboué y a Kaya, a los que martirizó en todas las zonas del ataque londinense. Una y otra vez se sucedían las internadas por banda del ex del Lille y ganando línea de fondo, habilitaba a sus compañeros en posición de remate. Solo el poco acierto de Lampard o Willian evitaron que el resultado fuese más holgado al descanso.

Ya en la segunda mitad, el Galatasaray seguía dando sensación de que estaban en Londres de visita. Sneijder no aparecía y cuando lo hacía erraba en pases fáciles, Drogba, gladiador como dicta su ADN, no podía con la trampa que habría propuesto 'Mou', con Terry y Cahill muy encima del marfileño y Azpilicueta en las ayudas. Burak Yilmaz, desfondado en las tareas defensivas, tampoco se asomó al balcón del área de Cech. Así que el Chelsea se dedicó a no pasar apuros y a atacar a ramalazos, volcado en su imaginativa línea de tres cuartos. Ni los cambios de unos ni de otros variaron el guion de un encuentro que desde el gol de Eto'o en el minuto 4 parecía sentenciado.

Este Chelsea no enamora por su forma de hacer fútbol pero es un más que temible rival para la siguiente ronda. Saca petróleo de las jugadas a balón parado, dejando que el guante teledirigido de Lampard haga su trabajo, con la colaboración de óptimos rematadores como Terry, Cahill o Ivanovic. A partir de ahí es capaz de cualquier cosa. Este fin de semana recibe al Arsenal, en el mismo escenario donde barrió a la escuadra de Mancini. Un morboso duelo entre Mourinho y un Wenger que cumple la friolera de 1000 partidos al frente de los gunners.

(foto: agencia EFE)

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